lunes, mayo 28, 2007

Historias del Calcio. ÚLTIMAS NOTICIAS


Fin de curso en el calcio. Estas son las últimas noticias.

1. El Inter, campeón, concluye la temporada con unas cifras de vértigo. Acumula 97 puntos, 22 más que el segundo clasificado; ha ganado 30 partidos, empatado siete y perdido sólo uno. Ha marcado 80 goles. Es un resultado asombroso, después de tantos años de miseria. La sociedad organiza una gran fiesta, pero los jugadores optan por celebrar el éxito a su manera. En el entrenamiento del sábado, Toldo y Materazzi se lían a puñetazos. Córdoba pega una patada a Ibrahimovic. Ibrahimovic, la estrella arrebatada al Juventus el año pasado, se fotografía con Luciano Moggi, el gran corruptor, y se ofrece públicamente al Milan. Adriano concluye su exhaustiva investigación sobre las discotecas milanesas justo a tiempo para la fiesta; acto seguido se marcha de vacaciones a Brasil para efectuar ulteriores investigaciones nocturnas. Perspectivas óptimas para el año próximo.

2. El Juventus, campeón de la Serie B, regresa a la máxima categoría. El entrenador, Didier Deschamps, lo celebra dimitiendo. Había pedido los fichajes de Gerrard (Liverpool), Toni (Fiorentina) y De Rossi (Roma), pero llega Iaquinta (Udinese). Buffon, el portero-mito, parece también dispuesto a marcharse. El portazo de Deschamps es acogido con fruición por la directiva: "No impediremos que se vaya". Los jugadores se declaran desolados. La directiva quiere que vuelva Marcello Lippi, pero el técnico campeón del mundo prefiere seguir en paro hasta que juzguen a su hijo Davide, acusado de pertenecer a la red mafiosa de Luciano Moggi. La fiesta juventina es aún más amarga que la interista.

3. El pequeño Chievo, representante de un barrio de Verona, acompaña a Ascoli y Messina a la Serie B. Es una de las sociedades más simpáticas, cuenta con los tifosi más pacíficos y hasta ahora desconocía el sabor del peor trago: siempre había subido, peldaño a peldaño, hasta alcanzar hace siete años la Serie A. Su propietario y presidente, el pastelero Luca Campedelli, de 38 años, encaja con dignidad un desastre que pareció improbable hasta el último minuto. Hace honor a su padre, el pastelero Luigi Campedelli, de quien heredó el club. El lema del patriarca Campedelli está enmarcado en las oficinas: "Es mejor callar y parecer tonto, que abrir la boca y despejar cualquier duda al respecto".

4. Totti anota dos goles en el último partido, frente al Messina, y alcanza los 26. Sólo Van Nistelrooy parece en condiciones de arrebatarle la bota de oro. Lo de Totti tiene su mérito: juega con una placa metálica y un montón de clavos en una pierna, es un centrocampista reconvertido en ariete y ha fallado siete penaltis (el último, ayer).

5. El Redemptoris Mater gana la Clericus Cup, la liga vaticana. Los futbolistas del Redemptoris forman parte del Camino Neocatecumenal del español Kiko Argüello (los llamados kikos) y se alzan con la final gracias a un gol de penalti injusto que provoca una tangana. El árbitro, tras varias tarjetas amarillas, disculpa las protestas de la derrotada Universidad Lateranense: son curas, pero esto es una final, explica. Matiocco, el jugador más popular del Red Mat (nombre con que se conoce al Redemptoris), no juega el partido decisivo, pero desde la grada le animan lo mismo: "Juegue bien, juegue mal, Matiocco cardenal".

Este corresponsal concluye sus historias, da las gracias y se despide.

Enric González es autor de Historias del Calcio


NOTA: Reconozco que me ha recorrido un extraño frío cuando he leído la última frase que Enric González ha dejado en su pieza de hoy. Tengo la impresión que no hay mucho lugar a las dudas, esto se acaba.

No he leído nada al respecto sobre lo que parece un final. No sé si Enric desarrollará su trabajo como corresponsal en otro lugar del mundo, si se ha cansado de deleitar semanalmente con esas historias que hacen del calcio, o del fútbol, algo muy distinto a lo que se estila en tantas páginas de periódicos (por no hablar de otros medios), o si es que abandona El País. Ni idea. Tal vez me esté equivocando y tan sólo sea la despedida de la temporada, pero tengo la impresión que no es así.

Este blog se creó para ir guardando, para consumo propio, esos extraños artículos, irónicos y divertidos, brillantes e ilustrados, que un día descubrí en las páginas de Deportes de El País, y que desde ese momento me hicieron totalmente dependiente de su lectura semanal obligatoria. Ahora me planteo si tiene sentido continuar esto sin las Historias (así, con mayúsculas) que se han ido robando cada lunes. Probablemente siga, y continúe recogiendo pequeños o grandes relatos que pretendan hacer del fútbol algo más que una mera banalidad, en muchos casos carente de cualquier sentido próximo a lo racional. Ahora mismo no lo sé, ya que acabo de leer el artículo y sacar esa conclusión.

En definitiva, si así fuera (ojalá que no) sólo quería dejar constancia de mi admiración y gratitud por el placer que Enric González me ha proporcionado estos años desde su rincón de los lunes, descubriendo tantas historias paralelas y transversales en torno al mundo del fútbol y, simultáneamente, a un país tan “sui generis” como Italia. Y es que, aparcando clichés y tópicos que giran (no sin razón) en torno al periodismo “futbolístico”, estas Historias iban mucho más allá de todo eso, algo que, sin duda alguna, muchos de los que por aquí pasaron van a echar mucho de menos, estoy seguro.

Por todo, y esperando seguir leyéndolo, sólo quería decirle a “ese corresponsal”: gracias por todas y cada una de las Historias del Calcio que nos ha regalado.

JM Román

lunes, mayo 21, 2007

Historias del Calcio. LA EXPIACIÓN Y LA SOBERBIA




El fútbol no se parece a la vida. El fútbol, como la literatura o la música, flota por encima de las leyes de la física, la biología y la moral. Es una ficción soñada por un demente y ahí, probablemente, radica su gracia.

No hablamos del trabajo de quienes lo juegan o lo estudian. Eso es otra cosa. Las libretas de Benítez no dieron el éxito al Liverpool en la final de Estambul contra el Milan ni bastó el esfuerzo de sus futbolistas para explicar aquella galopada hacia el empate y la victoria, pero sin libretas y sin esfuerzo (y una fe ciega) no habrían llegado a ninguna parte.

El mérito del Juventus queda fuera de discusión. Atravesar de punta a punta el infierno de la Serie B en un solo año resulta muy difícil incluso para un equipo abundante en campeones. Y hacerlo con un lastre de nueve puntos negativos complica más las cosas. Ayudaron las rebajas disciplinarias (la penalización inicial era de 30 puntos) y alguna benevolencia arbitral (ningún árbitro quiso cargar con la responsabilidad de retardar el regreso de la Señora, la reina del calcio), pero eso no limita la condición heroica de quienes se quedaron en el equipo para luchar y enfangarse. Tipos como Del Piero, Nedved y Buffon se han ganado el reconocimiento eterno de la parroquia blanquinegra.

Alessandro del Piero, de 32 años, futuro dirigente de la sociedad turinesa, exultó al concluir el partido contra el Arezzo. El 1-5 les colocaba de nuevo en la Serie A. Del Piero, con 20 goles esta temporada, fue el mejor símbolo del mejor Juventus: recordó que se había "expiado una pena" y se declaró "absolutamente feliz". Dijo lo que había que decir, con una sonrisa. Quizá no sea el mejor futbolista italiano de su generación, pero es de largo el más inteligente y el más simpático.

Era necesario recordar que la Juve había tenido que expiar las culpas de su ex director general, Luciano Moggi. No bajó de categoría por arte de magia, sino como castigo por varias temporadas de manipulación arbitral, corrupción de dirigentes federativos y, en palabras de un fiscal, "comportamiento típicamente mafioso". Era necesario expiar para redimirse. Y las desgracias no fueron sólo deportivas: la muerte de Romeo, el viejo utillero; el intento de suicidio de Pessotto; la tragedia que acabó con la vida de dos muchachos del equipo juvenil, ahogados en un estanque junto al campo de entrenamiento...

Los futbolistas y la renovada directiva ya han cumplido. Más allá, en el universo forjado por los sueños de un demente, hay quien no ha cambiado. El sábado, un centenar de tifosi se congregaron en el centro de Turín para negarlo todo. Moggi no hizo nada malo, el Juventus jamás gozó de favores arbitrales, todo fue una conspiración. Habrá quien lo crea toda su vida. No importa. La soberbia irracional suele costar muy cara en la realidad. En el mundo onírico del fútbol sale casi gratis. Sólo un puñado de personas celebraron la difícil proeza del ascenso, y lo hicieron de la peor forma. Lástima. El equipo de la redención merecía algo más.

El nuevo utillero, Franco Monetta, fabricó unas camisetas para celebrar el retorno. Eran de color rosa, el color fundacional del Juventus, y llevaban la inscripción "B...astA". El entrenador, Didier Deschamps, no quiso ponerse la camiseta conmemorativa. "El rosa es feo; en Francia, es el color de los maricones", dijo. Inteligencia, tacto y humildad. Si hay que guiarse por Deschamps, la Juve, el club más glorioso del calcio, ha vuelto a la Serie A con toda su simpatía de siempre.

Enric González es autor de Historias del Calcio

lunes, mayo 14, 2007

Historias del Calcio. JOE RED


Cuando un equipo llega a enero ya en situación desesperada, suele cambiar de entrenador. También tiene la opción de conseguir por unos meses a un futbolista curtido, un campeón capaz de elevar la moral de sus compañeros, dirigirles sobre el campo y asumir la responsabilidad en los momentos decisivos. El Parma parecía desahuciado y tomó ambas medidas: contrató a un nuevo técnico y logró que el Manchester United le cediera una pieza contrastada de su plantilla.

Claudio Ranieri, veterano trotamundos, se sentó en el banquillo del Parma el 12 de febrero. El calcio estaba conmocionado por los disturbios de Catania, en los que perdió la vida, en circunstancias aún confusas, un policía. En esos días de luto, Ranieri llegó, lució su habitual sonrisa y lanzó un escueto mensaje a la plantilla y al público: "Desde ahora, a muerte". Es difícil meter más la pata con menos palabras. En Parma se prepararon a hacer el viaje desde Guatemala a Guatepeor.


Sólo quedaba confiar en el futbolista recién llegado desde Manchester. Había que tener fe en ese hombre, que había debutado el 21 de enero y había hecho justo lo que se esperaba de él: puso orden, marcó un gran gol e hizo que el Parma lograra su primera victoria en 10 partidos. Demostró que podía jugar como centrocampista, como punta y como extremo. Su experiencia se lo permitía.


En las semanas siguientes, el nuevo líder del equipo se lo echó todo a la espalda. ¿Un penalti a favor en el último minuto? Ningún problema, ahí estaba Joe para marcar. ¿Un gol imposible en el minuto 91? Ningún problema, Joe cazaba un balón al vuelo fuera del área y hacía un destrozo en la red del Livorno. Joe corría, sonreía, distribuía balones sin fallar nunca, animaba a los demás y resolvía marcadores. Ayer consiguió su noveno gol. Y el Parma empezó a pensar que la salvación estaba hecha.


Joe, el héroe tranquilo y cargado de experiencia, acaba de cumplir 20 años. Nació en Nueva Jersey, hijo de inmigrantes italianos. La familia regresó a Italia y colocó al chico en los alevines del Parma, donde creció como futbolista. Aquél era un Parma potente. Su propietario, el magnate Calisto Tanzi, dueño del holding alimentario Parmalat, reunió en el equipo a gente como Buffon, Cannavaro, Thuram y Crespo. Aquéllos fueron los ídolos del pequeño Joe. En 2004 se produjo el desastre: se descubrió que Parmalat era un colosal fraude financiero, el magnate Tanzi fue a la cárcel y la sociedad futbolística, comisariada por el Gobierno al igual que el resto del holding, liquidó todo lo vendible. Uno de los que se fueron al final de esa temporada negra fue el pequeño Joe. El Manchester United se lo llevó por sólo 200.000 libras esterlinas.


El nombre de Joe es Giuseppe Rossi, el más común en Italia. En Estados Unidos le llamaban Joe, y en Manchester tradujeron también el apellido: Joe Red. Alex Ferguson le hizo debutar de inmediato en el primer equipo y no le tuvo nunca en el banquillo: si no era titular con los mayores, lo era con los juveniles. En la temporada 2005-06 marcó 26 goles en 26 partidos. Luego fue cedido al Newcastle, para que siguiera fogueándose en el campeonato más competitivo del mundo. Ferguson le definió de forma categórica: "En las cercanías del área es el jugador más eficaz de todo el club". Sabiendo lo que tienen los red devils, eso fue más que un elogio.


Giuseppe Rossi, Joe Red, volverá a Inglaterra en junio. El Manchester United necesita a futbolistas curtidos como él, capaces de manejarse igual de bien en los grandes espacios británicos y en las estrechas callejuelas del calcio para alcanzar la cima europea.


Enric González es autor de Historias del Calcio

sábado, mayo 12, 2007

LA INCREIBLE LIGA DE MR O'CONELL por Victorio Duque de Seras

Ahora que corren muy malos tiempos para la causa.




27 de abril de 1935. Al día siguiente se juega el último partido de Liga. El Betis Balompié necesita la victoria en Santander para proclamarse campeón. El entrenador bético, Patrick O'Connell, y su jugador Larrinoa, que habían pertenecido al equipo cántabro, se acercan al hotel donde está concentrado el Racing para saludar y "sondear" el ambiente.


-Vosotros ya no os jugáis nada. Mañana no os mataréis para ganarnos, ¿no?, pregunta O'Connell.
-Lo siento, míster. El Madrid nos está presionando para que os ganemos. Nuestro presidente, José María de Cossío, que es madridista, nos da mil pesetas por cabeza si os ganamos.
No había otra opción: había que ganar en el terreno de juego. Patrick O'Connell (Dublín, 1887-Londres, 1959) recordó seguramente entonces aquel partido entre el Manchester United y el Liverpool que pasó a la historia del fútbol inglés como el más corrupto de su historia: el conocido como The fixed match (el partido amañado). Corría el año 1915 y Patrick O'Connell era el capitán del Manchester. Un grupo de jugadores de ambos equipos quedó en un pub de Manchester, y acordaron cruzar una apuesta de 8 a 1 a que el resultado final del encuentro iba a ser de 2-0 a favor del United. El partido, disputado el Viernes Santo de 1915, quedó 2-0. El capitán O'Connell tuvo la ocasión de engordar el marcador de penalti. Pero lo lanzó cerca del banderín de córner...
Alguien debió de irse de la lengua y ocho jugadores fueron suspendidos a perpetuidad. Dos de ellos murieron en la Primera Guerra Mundial, y cinco fueron perdonados al reconocer el fraude. Sólo uno, Enoch Knocher West, cumplió el castigo al mantener su inocencia toda la vida. Hoy, su nombre está en el cuadro de honor de los jugadores del Manchester United junto a los de Beckham, Cantona, Best o Bobby Charlton. O'Connell, curiosamente, salió libre sin cargos.
O'Connell, el medio centro defensivo del Manchester, se había hecho famoso al ganar la Triple Corona (torneo entre selecciones británicas) unos años antes con Irlanda por primera vez en su historia. Lo consiguió en lo que se llamó El Partido de los 9 Hombres y Medio. Aquel encuentro lo disputaron Irlanda y Escocia. A poco de empezar, Irlanda perdió a un hombre por lesión. Al no haber cambios siguieron con diez. Momentos más tarde rompen un brazo a O'Connell. El irlandés decide seguir el partido y ganar el torneo.
La vida de O'Connell tuvo siempre un destino: el fútbol. Un destino que le hizo dejar a su numerosa familia a principio de los años veinte en Inglaterra, y entrenar en España al Racing de Santander, al que logró clasificar brillantemente para la disputa del primer Campeonato de Liga en 1928. Tras pasar por el Oviedo recaló en el Betis en 1932 y en el Barcelona en 1935.
El 18 de Julio de 1936, el entrenador del Fútbol Club Barcelona pasa las vacaciones en Irlanda. Dos meses más tarde no duda en dirigirse a Barcelona a continuar su labor. Si había sobrevivido a una Guerra Mundial jugando al fútbol, podía sobrevivir a una absurda guerra civil entrenando. El republicano declarado O'Connell es protagonista de la famosa gira del Barça por México durante la contienda fratricida. Ese protagonismo le cuesta la salida del país, adonde regresa en 1940, no se sabe cómo, para entrenar al Betis y al Sevilla, instalándose definitivamente en la capital hispalense. Concretamente, en la calle Progreso número 29.
En todos esos años, la familia O'Connell, que vivía en Manchester, recibía de vez en cuando un giro postal con dinero de España. Su hijos idolatraban las fotos de un padre al que no conocían, y al que consideraban un héroe. Un 12 de junio de 1949, en Dublín, España se enfrenta a Irlanda. Un joven aficionado irlandés preguntó a la delegación española, tras el partido, si conocían a un tal O'Connell que había entrenado en España.
-Soy su hijo Daniel, y hace un tiempo que no sabemos nada de él.
Guillermo Eizaguirre, el seleccionador, es sevillano. Le dice que O'Connell vive en Sevilla. Aquel aficionado irlandés reúne el dinero suficiente y un año más tarde viaja en busca del padre desconocido, al que no veía desde hacía treinta años. Ese viaje está contado por el propio Daniel en un relato titulado Viaje a Sevilla en Tercera Clase.
Al llegar, lo que Daniel soñaba como un cálido recibimiento se torna en trato frío y distante. O'Connell le cita en el Parque de María Luisa. Lo primero que hace su padre no es preguntarle por la familia, sino por la marcha del Manchester United. Daniel es presentado en sociedad en Sevilla como el sobrino de O'Connell. Los indicios se convierten en certezas en la cabeza del joven. Empieza a entender que su padre tiene otra familia en Sevilla. Las preguntas del recién llegado se suceden vertiginosamente:
-Papá, ¿cómo es España?
-España es como un partido de fútbol en el que los dos equipos intentan corromper al árbitro.
-Papá, ¿cómo es Sevilla?
-Sevilla es un lugar donde la gente vive como si se fuera a morir esta noche.
-Papá, ¿es cierto que ganaste la Liga con el Betis?
-Sí. Un 28 de Abril de 1935, en Santander. Ganamos 0-5. Era la Feria de Abril, la fiesta de aquí.
-Papá...
Daniel nunca se atrevió a hacerle a su padre la pregunta definitiva. El mito se había humanizado cruelmente en aquel viaje a Sevilla. La madre de Daniel nunca lo supo o nunca lo quiso saber, y amó al ausente capitán del Manchester United hasta el fin de sus días. El 28 de abril de 2007, Feria de Abril. En Sevilla se inaugura un monumento al equipo del Betis que llevó la Liga a la Feria en 1935. Gracias, Mr. O'Connell.

lunes, mayo 07, 2007

Historias del Calcio. EL FINAL DE LA PRIMAVERA


En Sicilia hay dos primaveras. Una, estacional, se repite cada año con un estallido de luz y aromas. La otra es anímica y de periodicidad irregular. Se habla de primavera siciliana cada vez que brota en la isla una llamarada de resistencia cívica contra la mafia, o cuando repunta fugazmente la economía, o cuando los equipos de fútbol locales obtienen algún éxito. Esa primavera del ánimo suele ser efímera.


Dos años atrás, en 2005, el calcio siciliano empezó a disfrutar de una primavera deliciosa. Palermo y Messina se encontraron en la Serie A y un soplo de aire cálido llenó los estadios. Las gradas de Palermo y Messina vibraban de entusiasmo. El aparente renacimiento se completó en 2006 con el ascenso del Catania. Tres equipos en la máxima categoría: sólo la región más rica de Italia, Lombardía, tenía con el Inter, el Milan y el Atalanta un peso igual al de Sicilia.


Una historia edificante simbolizó esa primavera. Fue la de Giuseppe Sculli, un prometedor muchacho siciliano que jugaba en el Verona y acababa de alcanzar la internacionalidad sub 21. Sculli era nieto de Giuseppe Morabito di Africa, uno de los principales jefes de la mafia calabresa, la N'drangheta. Tras 12 años en paradero desconocido, Morabito di Africa fue detenido en el estadio del Verona: la policía supuso, con acierto, que el mafioso no resistiría la tentación de ver jugar a su nieto y distribuyó agentes entre el público.


El joven Sculli fue fichado por Luciano Moggi para el Juventus, pero la detención del abuelo le hundió anímicamente. Lucianone, que, como se supo después, tenía mucha mano en muchas cosas, decidió que a Sculli le convenía un periodo de rehabilitación en el Messina. Allí jugaba Gaetano d'Agostino, hijo de un arrepentido de la Cosa Nostra y, como tal, condenado a muerte por la mafia. D'Agostino tenía la misma edad que Sculli y se había visto obligado a abandonar el Roma, en el que se entrenaba con escolta, por causas más graves que las de Sculli. Los aficionados acogieron con calor a los dos muchachos. D'Agostino, centrocampista, y Sculli, atacante, recuperaron un buen nivel. Este espacio recogió la historia de los dos refugiados en septiembre de 2005.


La buena temporada del hijo del arrepentido y del nieto del jefe mafioso llamó la atención de otros equipos. Un año después, sus destinos se separaron. D'Agostino se fue al Udinese. Ayer jugó y perdió frente al Cagliari. Sculli se fue al Génova, a punto de ascender a la Serie A, pero ayer no jugó. Lleva tiempo sin hacerlo.


Poco después de llegar a Génova, Giuseppe Sculli fue acusado de asociación para delinquir (típico delito mafioso) por un juez de Reggio Calabria. Luego, fue acusado de participar en una campaña de amenazas contra los habitantes de Bruzzano Zefirio, un pueblecito calabrés, encaminada a conseguir la reelección de la alcaldesa Rosa Marrapodi, presunto peón de la N'drangheta.
Sculli está pendiente de proceso. No juega porque también se descubrió que, cuando formaba parte del Crotone, había amañado un partido para que ganara el rival, precisamente el Messina. El pasado 28 de noviembre, la justicia deportiva le descalificó por ocho meses.


La primavera de Sculli, aquel chico que parecía la víctima inocente de los delitos de su abuelo, duró muy poco. También resultó breve la primavera del Messina, que ayer, vencido 0-1 por un Inter desganado, perdió toda esperanza de salvación. El Messina, como el Ascoli, penará en la Serie B la temporada próxima. El Catania, castigado por los terribles disturbios de febrero, en los que murió un policía, está a sólo tres puntos del descenso. Y el Palermo, que allá por diciembre parecía aspirar al scudetto, lucha por conseguir una plaza en la Copa de la UEFA.


Se acabó la primavera de Sicilia.


Enric González es autor de Historias del Calcio

martes, mayo 01, 2007

Historias del Calcio. EL BAÑO

Tras el derby mediocre de ayer, 0-0 y a casa, el Roma y el Lazio cierran la temporada. Ya está todo vendido. El Roma terminará segundo y clasificado para la Liga de Campeones; el Lazio, tercero o cuarto, jugará los preliminares de ese torneo. Los romanistas quedan por delante de sus rivales y, en teoría, deberían estar más contentos. En realidad, no lo están. El alivio llegará con el tiempo, cuando los años difuminen ciertos recuerdos y resalten otros. Los resultados se guardan en la memoria y amarillean como el papel. Las leyendas metropolitanas gozan de vida propia y no se marchitan jamás.

La gente giallorossa tiene aún clavada en el corazón la estaca de Manchester. Aquel 7-1 dejó por los suelos su discreto prestigio internacional y propició decenas de chistes. Menos abrumador, pero no menos doloroso, fue el rotundo 3-0 con que el Lazio ganó el derby de la primera vuelta. Aunque la clasificación final favorezca al Roma, los enfrentamientos directos y el 7-1 inglés pintan una sonrisa en los labios laziales.

Pero hay que tener en cuenta el baño. Lo del baño ocurrió el 10 de diciembre, inmediatamente después del primer derby de la temporada. Delio Rossi, el entrenador del Lazio, prometió a sor Paola, monja de gran autoridad entre los tifosi del equipo, que, en caso de victoria, se daría un chapuzón en la fuente del Gianicolo. No le importaba el frío: Rossi, por entonces aún muy discutido por el despido de Paolo di Canio (el de los saludos fascistas), quería demostrar que estaba dispuesto a dar la salud por la bandera blanquiceleste.

Delio Rossi cumplió su palabra. Esa misma noche, con el cuerpo caldeado por la victoria, el técnico subió al Gianicolo y, rodeado de cámaras, se zambulló en el agua. Concluida la experiencia y bien envuelto en un albornoz, comentó que el agua de la fuente no estaba tan fría como esperaba.

A la mañana siguiente, el diario El Romanista (el nombre hace innecesaria una explicación sobre su tendencia) salió a la calle con un titular en romanesco: "A Delio Rossi, ce sei cascato!". ¿En qué trampa había caído el pobre Rossi? El diario lo explicaba con todo lujo de detalles.

Según El Romanista, en cuanto el árbitro silbó el final, unos 40 romanistas corrieron hacia el Gianicolo y descargaron su frustración sobre la fuente. Por decirlo de otra forma, orinaron en ella hasta deshidratarse. Poco después llegó Rossi. Y encontró el agua calentita.

No existen imágenes de la hazaña mingitoria y es posible que no ocurriera. Pero la broma, cierta o falsa, dio la vuelta al ruedo en todos los medios informativos. La leyenda del baño templado circulará mientras existan tifosi.

Delio Rossi no prometió nada para el derby de ayer. Y difícilmente volverá a proclamar urbi et orbe su intención de bañarse en una fuente romana. El hombre se equivocó en eso.

Durante todo el año ha confirmado, por otra parte, que es la gran revelación de los banquillos. Fue un jugador mediocre y se estrenó como técnico profesional en 1993, con la Salernitana: el público le pitó ya en el primer partido amistoso y, sin embargo, esa temporada consiguió el ascenso a la Serie B. Pasó sin pena ni gloria por el Foggia (1995) y el Pescara (1996) y en 1997 regresó a la Salernitana: logró un nuevo ascenso, a la Serie A. Se declara alumno de Zeman, profeta del fútbol ofensivo, y saca petróleo de cualquier plantilla. Lo demostró el año pasado, llevando al Lazio a la Copa de la UEFA, y lo ha demostrado éste, enganchando el equipo a la Champions.

Carece de carisma y su sentido de la higiene resulta discutible. En cuanto a lo demás, sabe lo que se hace.

Enric González es autor de Historias del Calcio